Tras la difusión, por parte de la empresa, de dos notas informativas advirtiendo sobre el nuevo escenario “caótico” que se nos avecina, en reunión extraordinaria del pasado 11 de febrero, nos instó a mantener la fe en su dogma neoliberal y a iniciar un proceso de “negociación” para buscar “alternativas” que garanticen la “supervivencia de los actuales sistemas de trabajo y la salvaguarda del empleo”, con posibles nuevos mecanismos de “flexibilidad y reactividad”.
A estas alturas, teniendo en cuenta que es el Grupo quien asigna y reparte las producciones, desde CGT tenemos muy claro que, ese clima de miedo e incertidumbre de los que nos tienen acostumbrados a echar mano aprovechando cualquier tipo de “crisis”, tiene que ver sobre todo con el interés del Grupo por fomentar la competitividad entre los diferentes centros de trabajo, con el ánimo de lograr que trabajemos cada vez más por menos.
Resulta curioso que una empresa de tanto prestigio como MEPSA, no tenga la capacidad de previsión suficiente como para planificar las producciones, ni siquiera a un mes vista. No hay más que ver que ciertos calendarios, aprobados a primeros de diciembre, se vean ya afectados por las primeras activaciones a primeros de enero. Más bien nos parece una tomadura de pelo todo eso de la volatilidad e incertidumbre de los mercados. El mercado es, ante todo y sobre todo, Michelin.
Estamos viendo cómo cierran fábricas en Europa, sí, y cómo se deslocalizan sus producciones a otras fábricas más grandes, con costes salariales más bajos y jornadas laborales mayores. Deslocalizaciones y precarización de las condiciones de trabajo, que vienen de la mano de la dura competencia asiática, promovida a su vez por la propia Michelin y sus buitres inversores, que apostaron en su día por invertir en China y trasladar allí parte de la producción europea.
La mayor parte de la producción deslocalizada de Europa occidental se ha trasladado a las fábricas del Este de Europa, pero gran parte de esta también a las fábricas de MEPSA, casualmente coincidiendo con la firma de los dos últimos convenios colectivos a nivel Intercentros. Deslocalizaciones, por cierto, muy jaleadas miserablemente por los sindicatos firmantes del acuerdo de variabilidad y de todos estos convenios a la baja.
En esa pretensión insaciable a Clermont-Ferrand le ha ido muy bien, y por eso quiere darle una nueva vuelta de tuerca a nuestras condiciones laborales, alimentando el miedo y diciéndonos que “o nos convertimos en chinos o estos nos comen”. Su objetivo, profundizar aún más en la mejora de la productividad y en la reducción de costes, a costa de esclavizarnos sibilinamente y a cuenta gotas a los de siempre y con la excusa de siempre: el mantenimiento del empleo.
En ese marco nos presenta Michelin su programa “Los retos a los que nos enfrentamos”…
Salud, acierto y dignidad
Valladolid a 14 de febrero 2022